viernes, 24 de agosto de 2012

X


           Hubo una vez...
El amor enmudeció
los recintos de la memoria
            Él
Era de las tristes partidas
De la última gota
Y fue escanciado en mi vaso

            En el cauce verdadero
Su palabra rodaba
Anticipando una mañana sutil.

            Yo era el río
Mi amado
Era el dios joven y el auriga.
            Yo era el látigo.

            La vibración del aire
Entre los abedules
Hacía mal a sus oídos
Fustigar la mariposa -me dijo una vez-
Va contra las leyes de la estética. 

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