lunes, 20 de junio de 2011

Homenaje

 Encontrarse a vuelta de esquina frente a frente con el grito desgarrado de la fábula rebelde… ¡Peligro!, con el sopor alcoholizado de una antigua y recordada cabellera… ¡Peligro! Estrellarse con la historia manoseada del Chile del 50 y huir de su aparato migrante hacia otro mundo de cocinas y cadenas de pobreza silenciosa.

Cuenta la leyenda que si dices tres veces el nombre de Stella en el baño de un bar frente al espejo quebrado donde ya nadie puede verse, la poeta aparece declamando groserías irrepetibles contra todo lo establecido, particularmente en esta ciudad de La Serena…

Contrastar la pobre imagen de corona blanquecina con esos mitos urbanos que nunca se detienen… La socialista candente de puñetazo en ristre, casi “la vieja que se los tiró a todos”, con esa lágrima seca que nadie verá escurrir por los callejones de esta ciudad.
¡Cayó una bomba en La Serena de 1926! Y la sintieron apenas ochenta años después, cuando todos los ecos, cuando todos los plazos y las plazas se llenan de próceres dignos de escupitajos sangrientos, y todas las pensiones del mundo no servirían para traernos de vuelta a esa mujer, que a punta de reivindicaciones auto referentes de unos y otros, se quedará en la historia para aliñar el aburrido y decadente panorama poético de nuestras nubladas tierras… ¡Quizás por eso pocos supieron, quizás… por la vaguada costera!

“Encontrar la palabra” para los que despliegan sus labios verborreicos contra los homenajes, y cantarle a la anciana adolorida de gaznate aguardentoso para calmar la sed de una justicia poética que llega siempre demasiado tarde… ¡Quizás!

Se nos incendia el mal amor de las despedidas, se nos cae la vergüenza por todos los bares donde no se encuentran más que tristes borrachos que no te conocieron… Y otros que quisieron poseerte para orgullo y orgasmo en sus postales fotográficas de aire.

Ya no se hacen ni nacen mujeres como esas… Parece que, como decía un loco, “algo le están echando al agua”. El plástico y el mercado nos traen rojas cabelleras satinadas al estilo de todas las estrellas, pero ninguna como ella, ninguna de verdad y vuelo, ninguna que cantara y cocinara a la vez olvidando por momentos a su momia que ya no le seguía el tranco, y que se moría a cada sorbo de villanía y trasnoche.

Y entonces por qué no encontrarnos en la huella del vino, entonces por qué no acordarnos de la que fue mientras estuvo, de la que creímos ver desde nuestros asientos miserables en esta penosa función provinciana que es el paso del rebaño tras las verdes veranadas de las instituciones…

Cómo estarás riendo desde tu macro mundo descarnado, cómo estarás esperando ebria las publicaciones y póstumos galardones que ya no podrás disfrutar… Cómo recordarás a quienes no te quisieron y reirás por los que si lloraron tu partida…Cómo…

Hasta aquí los cantos funerarios y que venga el carnaval de los desvergonzados, hasta aquí las gracias de los convocantes para los esquivos públicos poéticos…
¡Bienvenidos y buenas noches transeúntes de la escala humana, la tertulia abre sus puertas para que los cobardes cierren sus ventanas!.

 Este texto fue escrito para un homenaje a Stella Díaz Varín, a fines del año 2008, y que por razones logísticas y falta de apoyo, no vio la luz. Finalmente pudo ser leído en un evento convocado por el Colectivo Poético Matra, en el mes de marzo de 2009, en la Sociedad de Escritores de Chile, Santiago.

1 comentario:

  1. Texto inédito de Stella Díaz Varín


    (...)En ese trance estado
    Cuando llegaron los arrendadores
    A comerse el prodigio apiverde
    Amarga la venganza.

    El árbol madre
    Alimentó veneno a los verdugos.

    Borrador II

    Hay un cúmplase para el sueño del hombre
    No es finiquito sino el comienzo
    De toda precaria existencia humana
    No solamente me remito a los seres antiguos
    Me elevo sobre las mismas cumbres
    Para sentir el olor de los espinos
    Me hundo en lo mas hondo
    De las quebradas inaugurales
    Y me remonto de repente como un caballo alado
    Por sobre el más lúcido pensamiento del hombre
    ¿De que hombre?

    Pienso en Enrique Lihn, en Jorge, en Alfonso, en Rolando,
    En todos los hombres que alguna vez me reconocieron,
    Que reconocieron mis venas y mi saliva,
    Pienso en lo que significo la estancia tan efímera
    De mis camaradas, de mis compañeros,
    Estancia tan efímera de la que soy una sobreviviente.
    Quiero cruzar este río verde, más allá del río
    Quiero estar en lo hondo del valle precedido,
    Quiero estar también en la pequeña flor.

    Yo sé que estoy en el gran temblor de la tierra
    Para inaugurar los otoños, pero no las primaveras.

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