lunes, 26 de septiembre de 2011

Cantos de Anadir [Canto segundo]


  Como si después de tanto tiempo, no pudiera seguir existiendo Anadir. ¿Acaso cada cosa que sucede, no significa el destierro de un mero corazón, apenas comenzado?

  Desde tu ausencia me he arrebatado de mar, me hundo en la arena tibia, como en tu cuerpo; te diviso, más que te imagino, sobre la última ola azul. Siempre vas precedida de puertos y de mástiles y de extraños barcos silenciosos, y un coro ronco de marineros se sumerje contigo en e oscuro seno movedizo. Entonces la tristeza y la soledad hacen presa de mi, y me revuelco como un pez despreciado y moribundo.

  ¡Ay, si la ola negra de tu cabellera me sepultara, y vivir pudiera en mares desconocidos, donde el almizcle y el yodo tiñeran mi piel y bebiera el sudor angustioso de la esclavitud!
  Más que la muerte que conocemos y está en nosotros, deseo la vida ignorada, más allá del mar y sus emanaciones, más allá de la montaña y sus nieves, más allá del fuego y su lengua amiga y acariciadora.
  Qué sería de mi si el espíritu del mal huyera de mi lado y no pudiera poseerte, Anadir:
  Partiría mi sien derecha con una roca, para que los pájaros marinos bebieran en mi cráneo y pudieran hablarte, cuando te paseas en el horizonte, con tu coro ronco de marineros borrachos de muerte.

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